Rasgo de valor

         CUENTO VIEJO

Un militar muy valiente
–según propia confesión,–
delante de mucha gente
refería lo siguiente
con vivísima emoción:

–«El moro nos acosaba
con furia desesperante;
el gran O'Donnell dudaba,
pero Prim que nos mandaba,
dijo por fin: –¡Adelante!

¡Qué momento aquel!... ¡Qué horror!...
Al sonar de las cornetas
se encendió nuestro furor,
y de la luna al fulgor,
brillaron las bayonetas...

Atacamos con denuedo;
los marroquíes bribones
huían muertos de miedo;
y yo que... ¡Vamos! No puedo
dominarme en ocasiones,

aunque oí la voz de mando
que gritó: «¡No acometer!»
sin saber cómo ni cuándo
seguí avanzando... avanzando...
sin poderme contener.

No hallé a nadie en mi carrera...
Hasta que, a la luz primera
del sol, mi suerte ha querido
que viese a un moro tendido
al lado de una pitera.

¡No lo olvidaré jamás!
¡Daba miedo aquel morazo!
Pero yo fui por detrás,
le cogí una pierna, y ¡zas!
¡se la corté de un sablazo!»

–¡Diablo! –un oyente exclamó,–
¡Hombre, admiro su proeza!
Mas, pues no se defendió
aquel moro, ¿por qué no
le cortó usted la cabeza?

–¿Que por qué no le corté
la cabeza a aquel malvado?
¡Va a usted a saber por qué!
Porque cuando yo llegué
¡ya se la habían cortado!

Collection: 
1871

More from Poet

  • TIO Y SOBRINO

    I

    «Mi querido sobrino:
    Acabo de saber, con gran sorpresa,
    que estás para casarte con Teresa,
    la sobrina del juez de Pumarino.
    Tu sabes demasiado
    que el otoño pasado,
    ese juez, que es un tío muy grosero,...

  • Me mandas, caprichosa Dorotea,
    que te haga en un soneto tu retrato,
    y pues no soy ni descortés, ni ingrato,
    acepto gustosísimo tu idea.

    No soy de los que dicen que eres fea.
    ¡Quien lo diga es un necio, un mentecato!
    Yo probaré, cumpliendo tu mandato,
    ...

  •          CUENTO VIEJO

    Un militar muy valiente
    –según propia confesión,–
    delante de mucha gente
    refería lo siguiente
    con vivísima emoción:

    –«El moro nos acosaba...

  • PUNTUACIÓN

    (Contestación a una carta)

    Señora: perdone usted
    mi ruda descortesía,
    como yo le perdoné
    las faltas de ortografía
    que en su epístola encontré.

    ¡Señora, usted me ha ofendido!
    ¿Por qué conmigo se enfada
    y me insulta de corrido,...

  • Es costumbre muy usada
    por algunos escritores,
    al dirigirse a su amada,
    hablar de los ruiseñores,
    de los ríos, de las flores...
    y por fin no decir nada.
           ¡Qué bobada!
    ¿Para qué esa tontería?
           ¡No, señor!
    ¡Menos, menos poesía,...