Psiquis

Como naves ancladas del ancho puerto en el seguro asilo cuando en el mar la tempestad arrecia, en tu golfo tranquilo duermen las islas Jónicas, oh Grecia. Cual cisne de albas plumas sobre el azul del lago, coronada de brumas, Chío levanta su contorno vago, del mar entre las cándidas espumas. Cual nido de palomas, en medio de los bosques seculares se alza un albergue entre las pardas lomas, al que dan besos las volubles brisas, cantos de amor los mares, rumor las fuentes, el jardín aromas, rayos el sol y el cielo sus sonrisas. Allí es do Psiquis mora, la de pálida frente soñadora, la que vela desnudos sus hechizos con la red de oro de sus blondos rizos. Cuando va sobre el mar, blanca sirena; náyade azul, cuando atraviesa el río; ondina en la serena fuente, y en el sombrío bosque, que el mirto con la yedra aduna, ninfa dormida al rayo de la luna. Cuando la noche enciende mil astros en la sombra, entre el murmullo de la brisa entiende ella una voz que tímida la nombra; siente en los lazos del amor opreso su corazón, y siente de dulces labios perfumado beso bañar sus ojos y rozar su frente; pero quién sea su amador ignora, y sólo triste sabe que, como vuela, amaneciendo, el ave, huye su amante al despertar la aurora. Una noche... su mano la intranquila lámpara oculta aproximando, aclara el misterio escondido, y al débil rayo de la luz que oscila, sin flechas, ni arco, desceñido, inerme, ve al dios alegre del amor, Cupido, que enamorado entre sus brazos duerme. Despierta el dios y con adusto ceño a los ojos de Psiquis desparece, cual desparece la visión de un sueño. ........................................................ De entonces triste y solitaria llora, y en vano siempre aguarda, desde que muere el sol hasta la aurora, y ensordece la selva, suplicando con mísero gemido, que el dios voluble del amor, Cupido, al fiel regazo abandonado vuelva. Así el afán de investigar la ciencia le roba al pobre corazón la calma; así, al perder su cándida inocencia, huye y no vuelve la ilusión del alma.

Collection: 
1856

More from Poet

  • «-¿Quién eres tú que, en la apartada cumbre, coronada de nieblas, huyes de la azorada muchedumbre y con tus sueños tu desierto pueblas? -Ven.» Sobre el ígneo coche de rápidos, flamígeros corceles crucé con él las sombras de la noche, y surcamos los ámbitos profundos del no medido espacio, a...

  • Comenzaba el otoño. El sol caía como broquel de fuego tras la espalda del áspera montaña. Una alquería blanca, del cerro en la aromosa falda, era mi albergue, que ceñían en torno un huerto al pie y dos parras por guirnalda. Los que engendró en la fiebre del bochorno agrios frutos la tierra, eran...

  • A orillas del ancho río se levanta un árbol muerto, que arraiga en húmeda tierra y alza los brazos al cielo. ¿Para qué pasan las aguas su pie nudoso lamiendo? ¿Para qué las tibias brisas de abril le prodigan besos? ¿Para qué en las ramas secas detiene el pájaro el vuelo? Ni henchirá el tronco la...

  • Como naves ancladas del ancho puerto en el seguro asilo cuando en el mar la tempestad arrecia, en tu golfo tranquilo duermen las islas Jónicas, oh Grecia. Cual cisne de albas plumas sobre el azul del lago, coronada de brumas, Chío levanta su contorno vago, del mar entre las cándidas espumas....

  • ¡De Ovidio los dulces versos qué tristes lecciones guardan! Cuando la tarde las sombras prolonga de las montañas, yo, al pie de los viejos olmos que el arroyo copia y baña, leí de Orfeo y de Eurídice, meditabundo la fábula. Al hondo averno desciende el bello cantor de Tracia, diciendo al son de...