LAS FASES DEL MÉDICO
I
DIOS
-¡Ay, doctor! ¡Con qué impaciencia
le espero hace media hora!
–¡No se aflija usted, señora!
–Sólo confío en su ciencia.
–¿Qué pasa?
–Pues que mi esposo
hace ya un rato, a las siete,
se cayó en el gabinete
con un ataque horroroso.
Pase usté a verle... Ahí está:
¡Aún no recobró el sentido!
–No llore usted; habrá sido
sólo un síncope.
–¡Ojalá!
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–¿Qué tal?
–¡Está mal!
–¡Dios santo!
¡Bien me lo temía yo!
¡Se va a morir!
–¡Eso no!
Está mal, pero no tanto.
El peligro es inminente,
mas ya lo conjuraremos.
Por dicha de todos, hemos
llegado oportunamente.
–¿Pero ese sopor?
–Se explica...
–¡Ay, Dios mío de mi alma!
–Vamos, señora, más calma.
¡A ver! ¡Pronto! ¡A la botica!
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–¿Lo ve usted? ¡Ya está mejor!
¡Señora, ya no hay cuidado!
–¡Doctor, usted le ha salvado!
¡Oh! ¡Gracias, gracias, doctor!
II
ÁNGEL
–Muy buenos días, ¿qué tal?
–Perfectamente.
–Ya veo...
–¿Podrá comer?
–¡Ya lo creo!
¿Hay apetito?
-Tal cual.
-Pues nada, desde mañana
no más cama y a comer,
y a distraerse y a hacer
lo que a usted le dé la gana.
Está usted perfectamente.
Mi enhorabuena, señora.
¡No enviuda usted por ahora!
–¡Qué bromista! ¡Qué ocurrente!
–Conque, abur...
–Abur, doctor.
–Aliviarse y cuidadito...
–(¡Qué doctor! ¡Es un bendito!)
–(Es un ángel del Señor!)
III
HOMBRE
–Señores...
–¿Usted aquí?
–Doctor...
–A los pies de usted.
¿Conque de paseo, eh?
–Sí; nos vamos por ahí.
–El tiempo es primaveral.
–Muy bien hecho. Así me agrada.
–¿Qué hay de política?
–Nada.
–Pues dicen que esto va mal.
–Podrá ser; yo no me meto...
–¿Y al Real no va usted, doctor?
–No, señora.
–¡Qué tenor!
¡Vaya usted al Rigoletto!
–Tengo enfermos graves, y...
–¡Qué Gayarre! ¡Cielo santo!
¡Cómo canta! ¡Es un encanto!
–¡Qué Donna e móbile!
–¿Sí?
–¡Vaya usted!
–Bueno, ya iré.
–Conque, abur.
–Señora mía...
¡Divertirse!
–Hasta otro día.
–¡Adiós!
–A los pies de usted.
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–¡Jesús! ¡Qué hombre más apático!
–¡Qué doctor tan singular!
–¡Es un hombre muy vulgar!
–¡Justo! ¡Vulgar y antipático!
IV
DEMONIO
–¡Vaya una cuenta! ¡Qué horror!
–¿Qué pasa? ¿Por qué te irritas?
–¡Veinte duros diez visitas!
¡El demonio del doctor!
–No te enfades. ¡Qué bobada!
–¿Qué hizo él con todo su arte?
Tomarte el pulso y mandarte
unas píldoras... de nada.
¡No tiene mala prebenda!
–Paga y calla.
–¿Pagar yo?
–Comprende que me salvó
de una congestión tremenda.
–¿Qué te había de salvar?
¡Lo que te ha curado fue
la salve que yo recé
a la Virgen del Pilar!