La adulación

LA ADULACIÓN

De un dolor en un brazo se quejaba
en Palacio una noche el Soberano,
y el médico que vio que se trataba
de una simple neuralgia del mediano,
le hizo tomar una poción calmante
y se quedó el monarca tan campante.

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-¿Qué ha tenido el señor?- con gran misterio
le preguntó al Doctor el Intendente.
-Pues, hombre, nada serio.
Ya está perfectamente.
Una simple neuralgia, por el frío,
en el nervio mediano.
-¡Señor mío!
¿Mediano le llamáis?
-No os asombre.
Así le llamo porque así es su nombre.
-Sea su nombre o no, yo no me meto;
pero esa es una falta de respeto.
Tratándose de un Rey, por cortesía,
no debéis emplear ese vocablo.
-¿No lo debo emplear? ¡Qué tontería!
Respeto al Rey, pero también ¡qué diablo!
se debe respetar la Anatomía.
Y se marchó el Doctor de la Intendencia
riendo tan estúpida ocurrencia.

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Cuando al día siguiente
fue a saludar al Rey el Intendente,
le dijo: -Ya he sabido
lo que anoche, Señor, habéis sufrido;
pero gracias al Dios Omnipotente
vuestra hermosa salud no ha padecido.

-Hoy, por fortuna, estoy perfectamente.
Pero, hijo, anoche al retirarme al lecho
me acometió un dolor desesperante
en el brazo derecho.
Vino el Doctor, me recetó al instante,
y de su ciencia estoy muy satisfecho;
pues gracias a aquel mágico calmante,
lo mismo que un lirón
dormí toda la noche de un tirón.
No sé cuál ha sido
la causa del dolor.

-Yo la he sabido.
Asegura el Doctor, hombre eminente,
que, sin duda ninguna, el frío insano
produjo una neuralgia de repente,
en un nervio que llega hasta la mano,
que en todos los mortales es mediano
y en Vuestra Majestad es excelente.

Collection: 
1871

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