PRESUNCIÓN
Tuerto, cojo y mal nutrido
vino Facundo a este mundo;
con el forceps fue extraído.
¡y aún dice el pobre Facundo
que es un hombre bien nacido!
POSITIVISMO
Hablando con Leonor
un bolsista respetable,
exclamaba con calor:
–¡Sólo creo en un amor!
–¿Cuál es?
–¡El amor… tizable!
¡MISTERIO!
La noche está oscura, oscura;
sobre fogoso alazán
atraviesa la espesura
del bosque, el Conde don Juan,
sumido en honda amargura.
Llega al borde de un torrente…
piensa en su amor y en su gloria,
limpia el sudor de su frente…
lanza un grito… acude gente…
¡Y aquí se acaba la historia!
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Juan a Domingo reñía
porque nunca trabajaba;
y mientras Juan se enfadaba,
el buen Domingo decía:
–Yo no debo trabajar;
estoy, Juan, en mi derecho,
pues los Domingos se han hecho
sólo para descansar.
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Un conde, de no sé dónde
–que en el misterio se esconde–
por causa que no se sabe,
yo no sé qué cuestión grave
tuvo con no sé qué conde.
El uno del otro en pos
salieron de madrugada...
Mas ya el juez, ¡gracias a Dios!,
sabe... ¡que no sabe nada
de ninguno de los dos!
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Afirma Inés, la taimada,
en tono humilde y dengoso,
que ella como esposa honrada
sólo es de su amante esposo.
Y así, de un modo insinuante,
confiesa la honrada Inés,
que primero es del amante
y del esposo después.