No llames una noche de llantos a tu vida,
ni pienses tu dolor tan hondo y duradero:
ofendes al que sufre la verdadera herida,
al hermano que calla su dolor verdadero.
Mercader de sollozos, profesional del llanto,
¡qué sabiamente expresas ignoradas angustias!
No son tales prodigios armónicos de canto
para labios resecos y para frentes mustias.
Gárrulo adolescente que la bella mentira
de tu tristeza acuerdas a suspirante lira,
¡calla! Tu voz insulta, con su pena sonora,
al que suspira y nunca sabe por qué suspira.
al que llora y no puede decirnos por qué llora.