Existe allá en Canelones
una derruída tapera
voy a recordar siquiera
aquellos caídos terrones
ya no se oyen las canciones
que a mi madre le cantaba
ella atenta me escachaba
y me solía decir;
¡yo no te puedo sentir!
¡hijo de mi alma... y lloraba!
Oh! solitaria tapera
quiero turbar tu reposo
porque me siento dichoso
aunque es mi voz lastimera;
recuerdo que en la cumbrera
la golondrina anidaba
a mi padre le agradaba
sentir tanta melodía
y al nacer la luz del día
a yerbear se levantaba
Hoy la miro con dolor
la contemplo entristecido
donde fue mi hogar querido
hay un ombú protector
hay un ceibo que da flor
y viste de colorado
que mi padre con cuidado
muchas veces lo podó;
como recuerdo quedó
de aquel tiempo que ha pasado
Cuando la noche callada
extiende su negro manto
tristemente lloro y canto
a mi tapera arruinada
y tan solo una mirada
de mis ojos desprendida
trae a la mente enseguida
recuerdos que ya pasaron
pero que en mi alma quedaron
como una pena escondida
¡Adios mi adorada choza!
tu hijo querido se va
buscando la soledad
y la noche silenciosa
hoy la vida me es odiosa
al verte solita así;
pero sabrás que hay en mí
un pesar que me desgarra
pues cantando en la guitarra
quiero morir junto a tí.