Hay un pedazo en el mundo
de tierra que yo no olvido
es para mi tan querido
tan sagrado, tan profundo
Cuando en sus recuerdos hundo
mis nostalgias de cantor
hago versos del dolor
que mi corazón encierra
y se los canto a la tierra
que fuera un nido de amor.
Bajo el pasto que ha crecido
copioso y divinamente
se oculta para la gente
el hogar donde he nacido
¡cuántos recuerdos queridos!
duermen allí, yo diría
allí en esa tierra fría
tierra de mi corazón
oculta cada terrón
más de una lágrima mía.
Todos los hombres tenemos
del mundo en algún lugar
la tapera, el dulce hogar
el rancho donde nacemos
pero cuantos ni volvemos
a recordar tan siquiera
la humildísima tapera
donde una madre amorosa
besó la frente preciosa
del hijo por vez primera
Todo vive sepultado
del trébol bajo la alfombra
ni tan siquiera la sombra
sobre la tierra ha quedado;
el hombre con el arado
sus paredes hizo trizas
fuertes eran y macizas
pero al fin se doblegaron
y mis recuerdos quedaron
bajo un mundo de cenizas.
Cuantas veces he querido
dejar su memoria trunca
no recordarlo más nunca
echar todo en el olvido;
¡para que, si ya he perdido
lo mejor que allí tenía!
pero el alma, el alma mía
mira entre recuerdos muertos
como unos brazos abiertos
que me llaman todavía.