Único asilo en mis eternos males, Augusta soledad, aquí en tu seno, Lejos del hombre y su importuna vista, Déjame libre suspirar al menos: Aquí, a la sombra de tu horror sublime, Daré al aire mis lúgubres lamentos, sin que mi duelo y mi penar insulten Con sacrílega risa los perversos, Ni la falsa piedad tienda su mano, Mi llanto enjuque y me traspasa el pecho. Todo convida a meditar: la noche El mundo envuelve en tenebroso velo; Y aumentando el pavor, quiebran las nubes De la luna los pálidos reflejos: El informe peñasco, el mar profundo Hirviendo en torno con medroso estruendo, el viento que bramando sordamente Turba apenas el lúgubre silencio, Todo inspira terror, y todo adula Mi triste afán y mi dolor acerbo. La horrible majestad que me rodea Lentamente descarga el grave peso que mi pecho oprimió: por vez primera Se mezclan mis sollozos a mis ecos, Y apiadado el destino da a mis ojos De una mísera lágrima el consuelo.. ¡Llanto feliz! Cual bienhechor rocío templa la sed del abrasado suelo, Calma la angustia, la mortal congoja Con que batalla mi cansado esfuerzo; Y en plácida tristeza absorta el alma, No envidiará la dicha ni el contento. Solo en el mundo, de ilusiones libre, de vil temor y esperanza ajeno, Encontraré la paz que vanamente me ofreció con su magia el universo. ¿Qué importa que a mi planta mal segura Aún falte tierra que estampar su sello, Y al carcomido escollo amenazando, Me estreche el mar en angustioso cerco? ¿No me basto a mi mismo? ¿No me es dado Alzar mis ojos sin pavor al cielo, Sentir mi corazón que quieto late, Y el mundo contemplar con menosprecio? Yo vi en mi aurora de mi edad florida Sus encantos brindarse a mis deseos: Gloria, riquezas, cuantos falsos bienes Anhela el hombre en su delirio ciego, En torno me cercaron: oficiosa La amistad redoblada mi contento; La pérfida ambición me sonreía; Me brindaba le amor su dulce seno... Temí, temblé, me apercibí al combate, Demandé a mi razón su flaco esfuerzo; Y apenas pude en afanosa lucha Rechazar tanto hechizo lisonjero. ¡Qué fuera, Dios, si al rápido torrente Yo propio me arrojara! En presto vuelo Pasaron cinco lustros de mi vida, Y el cuadro encantador huyó con ellos ; Huyó, volví la vista, lance un grito.... Y en vez de flores encontré un desierto.
La soledad
More from Poet
-
Amada patria mía, ¡Al fin te vuelvo a ver! ... Tu hermoso suelo, Tus campos de abundancia y de alegría, tierra amada: Tu claro sol y tu apacible cielo! ... Sí: ya miro magnífica extenderse De una y otra colina a la llanura La famosa ciudad; descollar torres Entre jardines de eternas verdura;...
-
Único asilo en mis eternos males, Augusta soledad, aquí en tu seno, Lejos del hombre y su importuna vista, Déjame libre suspirar al menos: Aquí, a la sombra de tu horror sublime, Daré al aire mis lúgubres lamentos, sin que mi duelo y mi penar insulten Con sacrílega risa los perversos, Ni la...
-
Cesa un instante siquiera, Cesa, avecilla, en el canto, Y no atraigas a los tuyos Con tu pérfido reclamo: El mismo dueño a quien sirves, Te arrancó del nido amado, Te robó la libertad, Te desterró de los campos; Y por complacerle ahora, De tanta crueldad en pago a tu esposo y a tus hijos Tú...
-
Al borde está de una tumba La inexorable deidad, Mal ceñido el negro manto, Lívida la horrenda faz, Y la planta descarnada Sobre una corona real: En tablas de bronce y mármol, Carcomidas por la edad, Apoya el brazo siniestro Con terrible majestad, Y la historia de cien siglos Debajo borrada está...
-
Al pie nace de una cuna El árbol de la esperanza; Y al son del viento se mece, Frágil cual trémula caña: Sólo un instante por dicha Manso el céfiro le halaga, Que el cierzo helado lo seca, Y el austro ardiente lo abrasa. Crece, da vistosas flores, Y el fruto rara vez cuaja: Cual tierna flor del...