¡Oh tú, que estás sepultado en el sueño del olvido, si para tu bien dormido, pata tu mal desvelado! Deja el letargo pesado, despierta un poco, y advierte que no es bien que desa suerte duerma, y haga lo que hace quien está desde que nace en los brazos de la muerte. Da lugar al pensamiento para que discurra, y veas y que lo más que tú deseas no es más que soplo de viento. No labres sin fundamento máquinas de vanidad, pues la mayor majestad en un sepulcro se encierra, donde dice, siendo tierra: «Aquí vive la verdad... Mira cómo pasó ayer, veloz como tantos años: evidentes desengaños del limitado poder. Lo que fue dejó de ser, y no quedó dello más del ha sido: tú, que vas por este mundo inconstante, mira que el que va adelante avisa al que va detrás. La corona y la tiara que tanto el mundo estimó ¿qué se hizo?, ¿en qué paró sino en lo que todo para? ¡Oh mano del mundo avara! Si tanto bien nos limitas, ¿para qué, di, nos incitas a aspirar a más y más, si lo que despacio das tan de prisa nos lo quitas? Si te engaña el propio amor para que no veas el daño, la muerte, que es desengaño, sirva de despertador. Hoy nace la tierna flor y hoy su curso se termina; todo a la muerte camina: la estatua del más bizarro, como está fundada en barro, la deshace cualquier china. ¿En qué piensas o a qué aspiras cuando tras tu gusto vas, pues dél no te queda más que enemigos que conspiras? Si es que adelante no miras, mira la vida pasada, que si en tan corta jornada lo más pasa desa suerte, hasta llegar a la muerte, ¿qué te queda? Poco o nada. Desde el nacer al morir casi se puede dudar si el partir es el parar, o el parar es el partir. Tu carrera has de seguir: y pues con tal brevedad pasa la más larga edad, ¿cómo duermes y no ves que lo que aquí un soplo es es allá una eternidad? Mira el tiempo volador cómo pasa, y considera cómo va tras la carrera desde el menor al mayor. El esclavo y el señor corren parejas iguales, que como nacen mortales, iguales van a la hoya, de cuya deshecha Troya aún no quedan la señales. La juventud más lozana ¿en qué paró?, ¿qué se hizo? Todo el tiempo lo deshizo y anocheció su mañana, la muerte siempre es temprana y no perdona a ninguno: goza del tiempo oportuno, granjea con tu talento, que aquí dan uno por ciento y allí dan ciento por uno. ¿Qué eternidades te ofrece la más dilatada vida, pues que apenas es venida cuando se desaparece? Hoy piensas que te amanece y es el día de tu ocaso. ¡Término breve y escaso! Mas ¿qué mucho, si volando te va la muerte buscando cuando tú vas paso a paso? La dama más celebrada, lazo en que todos cayeron, ella y ellos, di, ¿qué fueron sino tierra, polvo y nada? ¡Oh limitada jornada, oh frágil naturaleza! La humildad y la grandeza todo en nada se resuelve: es de tierra y a ella vuelve, y así, acaba en lo que empieza. ¿De qué te sirve anhelar, por tener y más tener, si eso en tu muerte ha de ser fiscal que te ha de acusar? Todo acá se ha de quedar; y pues no hay más que adquirir en la vida que el morir, la tuya rige de modo, pues está en tu mano todo, que mueras para vivir.
A la muerte
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