La mañana

El tenue resplandor del sol naciente
poco a poco los cielos ilumina,
y al fresco soplo de vital ambiente
va huyendo presurosa la neblina.

En los árboles húmedos resbalan
trémulos visos de carmín y de oro,
y aleteando los pájaros exhalan
en trino alegre su cantar sonoro.

La flor, que el aura revolando toca,
entreabre su pétalo fragante,
como una virgen su olorosa boca
al casto beso de su tierno amante.

Y mil murmullos pueblan armoniosos
de músicas errantes el espacio,
mientras el sol en rayos luminosos
ostenta ya su disco de topacio.

Y en medio de tan plácido concierto,
lleno de pena, y de ilusión desnudo,
en mi pecho infeliz ¡ay! casi muerto
sólo mi corazón palpita mudo.

Y ya el sol despejado se levante
por entre un cielo de purpúreo raso,
o luzca su diadema vacilante,
suspenso en los abismos del ocaso,

¡nada me importa a mí! Su rayo ardiente
que el sauce tiñe y dora la arirumba,
viene a quebrarse, pálido, en mi frente
como en la triste piedra de una tumba.

Collection: 
1853

More from Poet

El tenue resplandor del sol naciente
poco a poco los cielos ilumina,
y al fresco soplo de vital ambiente
va huyendo presurosa la neblina.

En los árboles húmedos resbalan
trémulos visos de carmín y de oro,
y aleteando los pájaros exhalan
en trino alegre...

(Al señor bachiller Pereira Gamba)

I
¿No conoces a Delia?
¿No has visto, por ventura,
al contemplar su angélica hermosura,
esa luz fulgurante
que tranquila se irradia en su semblante,
como el resplandor vago
que la callada luna
vierte en las...

I

Por más que un Rómulo crítico
desprecie tu numen poético,
porque envidioso y raquítico
le irrita todo lo atlético;

levanta tu voz homérica,
y siempre entusiasta y lírico,
entre tu mano colérica,
rompe su dardo satírico.

Y estalla en...

Un año, un año ¡oh dulce madre mía!
que lejos estoy ya de tu presencia,
desde aquí bendiciendo tu existencia,
tus caricias, tus besos y tu amor;
y ante el cielo pidiéndole de hinojos,
que la apacible luz de tu mirada
siempre irradie en mi frente deshojada...

Triste estoy, Josefina idolatrada,
y en medio de mi fúnebre dolencia,
al través de las sombras de la ausencia,
inmóvil te contemplo junto a mí;
y te oigo ¡ay! y te miro desolada
suelta al aire tu blonda cabellera,
y tan tierna, sensible y lastimera,
cual...