Pasaron ¡ay! pasaron
las épocas del verso;
y la Deidad del canto
se remontó a los cielos.
No ya por producirse
mis locos pensamientos,
del arte y de la ciencia
quebrantan los preceptos;
no ya como otros días
a toda vela llevo,
por ignorados mares
mi débil barquichuelo;
no ya tras una sombra
me lanzo aventurero,
ya sé lo que es naufragio
y el ancla eché en el puerto.
1857.