Cuento

CUENTO

Ayer hallé a un cesante
de rostro macilento,
que frente a un panecillo
tan duro como un hierro,
–pues que quizás tuviera
dos meses por lo menos,–
contábale afligido
dolores y tormentos,
vertiendo cada lágrima
que era un dolor el verlo.
Tomele por un loco
y a él me acerqué con miedo,
diciéndole: –Amiguito,
perdone si molesto;
pero saber quisiera
por qué tan triste y serio
le encuentro conversando
con ese pan tan seco.
Y respondiome el hombre
al punto, y muy atento:
–¿Desea usted, amigo,
saber lo que pretendo?
La cosa es muy sencilla,
y aunque a las claras veo
que usted me juzga loco,
verá que soy muy cuerdo.
¡Seis días han pasado!
¡Seis días, caballero,
sin que un bocado solo
entrara en este cuerpo!
Y como el tiempo pasa
y el hambre va creciendo,
con este pan me encaro,
–porque es fuerza comerlo,–
mas como está tan duro
y así con él no puedo,
le cuento mil desgracias
y horrores mil le cuento
¡a ver si de este modo
consigo enternecerlo!

Collection: 
1871

More from Poet

  • TIO Y SOBRINO

    I

    «Mi querido sobrino:
    Acabo de saber, con gran sorpresa,
    que estás para casarte con Teresa,
    la sobrina del juez de Pumarino.
    Tu sabes demasiado
    que el otoño pasado,
    ese juez, que es un tío muy grosero,...

  • Me mandas, caprichosa Dorotea,
    que te haga en un soneto tu retrato,
    y pues no soy ni descortés, ni ingrato,
    acepto gustosísimo tu idea.

    No soy de los que dicen que eres fea.
    ¡Quien lo diga es un necio, un mentecato!
    Yo probaré, cumpliendo tu mandato,
    ...

  •          CUENTO VIEJO

    Un militar muy valiente
    –según propia confesión,–
    delante de mucha gente
    refería lo siguiente
    con vivísima emoción:

    –«El moro nos acosaba...

  • PUNTUACIÓN

    (Contestación a una carta)

    Señora: perdone usted
    mi ruda descortesía,
    como yo le perdoné
    las faltas de ortografía
    que en su epístola encontré.

    ¡Señora, usted me ha ofendido!
    ¿Por qué conmigo se enfada
    y me insulta de corrido,...

  • Es costumbre muy usada
    por algunos escritores,
    al dirigirse a su amada,
    hablar de los ruiseñores,
    de los ríos, de las flores...
    y por fin no decir nada.
           ¡Qué bobada!
    ¿Para qué esa tontería?
           ¡No, señor!
    ¡Menos, menos poesía,...