Ya cantaban los gallos.
Ya sonaban las campanas
y él buscábase la frente
hada la madrugada.
Sobre calles y suburbios,
sobre la ciudad toda,
en un coro de gallos
levantado y triste,
él, desasido,
se buscaba la frente
hacia la madrugada.
Y ya en el día
pudo decir alegre el renacido:
Oh tierra. Oh nave solitaria,
soy tu hijo fiel
y no te olvido.