¡QUÉ bella es! dulcísimos sus ojos,
Miradas de paloma...
La tez, como la aurora sonrosada
Que por Oriente asoma...
Como coral los labios, y la frente
Serena como el lago
Que no rizára nunca mansamente
De juguetonas brisas el halago...
Mórbido el seno, terso, alabastrino,
¡Nido de castidad, cuna tranquila
De la virtud; regazo
De adorable pudor! ¡Seno de angel
Sujeto al cielo por secreto lazo!
Desciende ya... Su luenga vestidura
Doblega ya las flores...
Pliega las alas diáfanas y ríe...
Contemplando en el mundo la ventura
Sin conocer del mundo los dolores...
Brilla la luz en sus pupilas negras
Y lánguida mirada
Tiende en redor, y encuéntrame de hinojos,
El ánima abrasada
Con el divino fuego de sus ojos...
Con magia vierte en mí celeste encanto,
Y en éxtasis dichoso,
Iba á tocar las orlas de su manto,
Preso el aliento, el ánimo medroso...
De su labio brotó leve sonrisa;
Miróme con desdén y... desplegando
Con magestad sus alas,
En las ráfagas ténues de la brisa
Tendióse ¡ay triste! remontando el vuelo;
La ví, la ví cual la última esperanza,
Serena atravesando en lontananza
Hasta perderse en el azul del cielo...