Se sueña, se presiente, se adivina,
Estremécese el labio y no la nombra;
El alba la ve huir de la colina
Velada entre los pliegues de la sombra,
Espira el meláncolico perfume
De la rosa de unfénetro olvidada;
Se deshace en incienso, se consume
A la rápida luz de una mirada.
Hermana de la tarde, pensativa
En el fondo del valle resplandece;
Un instante deslumbra, y fugitiva
En el pálido azul se desvanece.