Santos Vega

Cuando la tarde se inclina sollozando al Occidente, corre una sombra doliente sobre la pampa argentina. Y cuando el sol ilumina con luz brillante y serena del ancho campo la escena, la melancólica sombra huye besando la alfombra con el afán de la pena. Cuentan los criollos del suelo que, en tibia noche de luna, en solitaria laguna para la sombra su vuelo; que allí se ensancha y un velo va sobre el agua formando, mientras se goza escuchando, por singular beneficio, el incesante bullicio que hacen las olas rodando. Dicen que en noche nublada, si su guitarra algún mozo en el crucero del pozo deja de intento colgada, llega la sombra callada y, al envolverla en su manto, suena el preludio de un canto entre las cuerdas dormidas, cuerdas que vibran heridas como por gotas de llanto. Cuentan que en noche de aquellas en que la Pampa se abisma en la extensión de sí misma sin su corona de estrellas, sobre las lomas más bellas, donde hay más trébol risueño, luce una antorcha sin dueño entre una niebla indecisa, para que temple la brisa las blandas alas del sueño. Mas si trocado el desmayo en tempestad de su seno, estalla el cóncavo trueno que es la palabra del rayo, hiere al ombú de soslayo rojiza sierpe de llamas, que, calcinando sus ramas, serpea, corre y asciende, y en la alta copa desprende brillante lluvia de escamas. Cuando, en las siestas de estío, las brillazones remedan vastos oleajes que ruedan sobre fantástico río, mudo, abismado y sombrío, baja un jinete la falda tinta de bella esmeralda, llega a las márgenes solas ...¡y hunde su potro en las olas, con la guitarra a la espalda! Si entonces cruza a lo lejos, galopando sobre el llano solitario, algún paisano, viendo al otro en los reflejos de aquel abismo de espejos, siente indecibles quebrantos, y, alzando en vez de sus cantos una oración de ternura, al persignarse murmura: "¡El alma del viejo Santos!" Yo, que en la tierra he nacido donde ese genio ha cantado, y el pampero he respirado que al payador ha nutrido, beso este suelo querido que a mis caricias se entrega, mientras de orgullo me anega la convicción de que es mía ¡la patria de Echeverría, la tierra de Santos Vega!

Collection: 
1871

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    Y encenderse en el cielo de tus ojos
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