La puerta
abierta hacia la noche,
y el pájaro sonámbulo en los bosques
bebe
estas auroras rojas.
Los dioses blancos de tu boca
ahogándose en el vaso.
Aquel mar es tan profundo
que temblaban los barcos.
Sigamos.
Mis ojos entre el humo.
Y a la orilla del mundo,
tu mano
tendida a los naufragios.
Ahora nadie canta.
El planeta vacío que dormía en la copa
está en mi garganta.
Pequeño ruiseñor.