He nacido en Buenos Aires ¡qué me importan los desaires con que me trate la suerte! Argentino hasta la muerte he nacido en Buenos Aires. Tierra no hay como la mía; ¡ni Dios otra inventaría que más bella y noble fuera! ¡Viva el sol de mi bandera! Tierra no hay como la mía. Hasta el aire aquí es sabroso; nace el hombre alegre, brioso, y las mujeres son lindas como en el árbol las guindas; hasta el aire aquí es sabroso. ¡Oh, Buenos Aires, mi cuna! ¡De mi noche amparo y luna! aunque en placeres desbordes, oye estos dulces acordes ¡oh, Buenos Aires, mi cuna! Fanal de amor encendido, borda el cielo tu vestido de rosas y rayos de oro: eres del mundo tesoro, fanal de amor encendido. ¿Quién al verte no te admira y al dejarte no suspira por retornar a tus playas? Deidad de las fiestas mayas, ¿quién al verte no te admira? De tus glorias que otros canten, y a las nubes te levanten entre palmas y trofeos. Yo no asisto a esos torneos: de tus glorias que otros canten. Tu esplendor diré tan sólo, si no del ya viejo Apolo con la lira acorde y fina, en mi guitarra argentina tu esplendor diré tan sólo. Voluptuosa te perfumas de junquillos y arirumas; cuando te adornas y encintas, en las áureas de tus quintas voluptuosa te perfumas. Goza del Plata al arrullo llena de garbo y orgullo, criolla sin par, blasonante de tu destino brillante, goza del Plata al arrullo. Triunfa, baila, canta, ríe; la fortuna te sonríe eres libre, eres hermosa; entre sueños, color rosa, triunfa, baila, canta, ríe; ¡Cuántos medran a tu sombra! Tu campiña es verde alfombra, tus astros vivos topacios; habitando tus palacios ¡cuántos medran a tu sombra! Bajo de un humilde techo vivo, en tanto, satisfecho bendiciendo tu hermosura, que bien cabe la ventura bajo de un humilde techo. La riqueza no es la dicha; si perdí la última ficha al azar de la existencia, saqué en limpio esta sentencia: la riqueza no es la dicha. He nacido en Buenos Aires ¡qué me importan los desaires con que me trate la suerte! Argentino hasta la muerte he nacido en Buenos Aires.
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