BARBIERI Ruiseñor cuyo canto es nuestra patria; sus obras son el español poema; el madrigal dulcísimo que cruzan los amantes nocturnos en la reja; el árabe cantar; el poderoso grito de libertad e independencia; el ritmo cadencioso y elocuente que forman con sus pasos nuestras bellas; la hermosa Andalucía; los fulgores que en los cuadros de Goya centellean, y el murmurar del aire cuando agita la española bandera. BÉCQUER Es su canto la luz: el horizonte lleno de tristes sombras y de estrellas; el gemido de un pecho destrozado; los amores del lirio y la azucena; el himno que murmuran las estatuas en sus anchos sarcófagos de piedra; la rosa y oro, espléndidos colores que Ticiano ostentaba en su paleta; el rumor de las hojas en otoño; del cisne melancólico la queja, y el silbido del viento entre los sauces, y las tumbas desiertas. GAYARRE Es su voz mundo inmenso de armonía; «el son valiente de la trompa épica» el suspiro de un alma enamorada; las sonrisas; las lágrimas sangrientas; el buril primoroso de diamante que en el gastado corazón penetra el placer; la bondad; el sentimiento; el perfume y color de las violetas; las preciosas canciones de Petrarca el estridente grito de la guerra, y un mar de luz y notas que en sus pliegues arrastra ricas perlas.
Tres ruiseñores
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Es Elisa una hermosa cortesana de formas seductoras, de mejillas de grana y de ardientes pupilas brilladoras. Su rubia y luminosa cabellera, cual cascada de oro, cae por su espalda blanca y hechicera; y es su cuerpo de gracias un tesoro. Príncipes y señores le entregan sus riquezas. Por sus...
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Cuando me encuentro solo, y los aromas del oriental dorado pebetero con sus olas azules me rodean, jinete en el bridón del pensamiento vuelo al mundo divino y misterioso de las hadas, los gnomos y los genios, a ese gigante mundo del poeta de fantásticos seres gran imperio. ¡Oh! Cómo me deleitan...
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¡Miradlo, es él! En su pupila ardiente del genio el gran relámpago serpea; el noble patriotismo centellea en su pecho valiente, en su severa frente con intenso fulgor brilla la idea. ¡Miradlo, es él! Nuestro inmortal Quintana, el poeta coloso cuyo canto soberbio y generoso es el orgullo de la...
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Hermosa, ya tus pupilas que soles radiantes fueron, perdiendo van sus fulgores, su viveza van perdiendo; tu provocativa boca, trono del amor y el beso, palidece, y huyen de ella la gracia, el clavel y el fuego; ya en la cascada de oro de tus brillantes cabellos, algunos rayos de luna aparecen...