I
¿Era aquel un hombre?
Me acerqué y le dije:
¿Ha visto que tiene usted
la cara de papel?
Me miró con odio,
pero alzó una mano; allí.
¡Ah! Oí crujir su rostro,
quebrársele la nariz
y rodar sus ojos por el suelo.
Quedó detrás del mostrador;
espantoso!
Yo me fui,
triste.
II
El hombre me miró de costado.
Como viese que era yo
lo que era, lo que soy,
me miró de costado...
Luego de frente, y me dijo:
Váyase!
Retrocedí.
Dí contra una pared.
Reboté hacia él
y desesperadamente,
le escupí mi asco.
Ahora...
ando calles.
III
No parecía que aquel ojo viese.
Pero estaba ahí, mirándome.
Sin brillo, sin sentido.
Ojo de perro muerto.
De cosa que Dios no ha creado.
De bestia inédita.
Estaba el hombre mirándome.
Abrió su boca, rió.
Y con sus dientes de oro
mascó mi corazón,
como si fuese un trapo.