¡Ah, por fin sola! Te dejaron
las buenas amigas, las locas
de siempre.
¡Qué alegres se fueron,
qué risas las suyas!
— ¡La zonza! —
te dijeron al irse. ¡Es claro,
parecías tan triste!
Bueno,
por fín estás sola... No hay nadie,
todas las amigas se fueron
y se halla en silencio la casa.
La abuela descansa, y los chicos
en el distante comedor
juegan despacio, sin dar gritos.
Apenas si afuera, en la calle,
persiste un rumor apagado
de voces. Estás sola, sola,
en la paz grave de tu cuarto.
Vela un momento, y cuando tengas
el corazón bien en reposo
duerme como no duermes hace
mucho: con un sueño de plomo.
La última noche de novia...
Llegó pronto, ¿verdad? Mañana
adiós cuartito de soltera,
adiós camita, adiós almohada
del sueño lejano y querido
que no volverá...
¿Te sorprende
pensar en eso? Tan sereno,
tan dulce que ahora parece.
¡Por fin vino el novio! Fué larga,
muy larga la espera, ¿recuerdas?
pasaban los años y... nada,
ninguno... ¡Quedarte soltera!
¡Ay! bien lo temías.
En vano
los tiernos coloquios. ¡Qué rabia!
aquellas preguntas del primo,
¡torpe, ciego!
— ¿Cuándo te casas?
Por fin vino el novio, y por fin
la última noche de novia.
Llegó pronto, ¿verdad? ¡Tan pronto!
Mañana, mañana...
¡Bah! ¿Lloras?