A Colombina en Carnaval

Colombina ¿qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah! desde que se perdieron
— lo saben quienes te oyeron —
quedó inconcluso un rondel...

Surge de las viejas salas
y como antes, oportuna,
vuelve a reinar, hoy que exhalas
suspiros por las escalas
con que asaltaste la luna.

¿Por qué ese reir que suena
como un fúnebre fagot?...
Si es la que yo sé tu pena,
no te aflijas, que serena
fué la muerte de Pierrot.

Murió de haberte querido...
Y ahora que sé tu mal,
para empaparte de olvido,
voy a mojar tu vestido
con agua de madrigal.

Pero debo imaginarte
entre todas confundida,
si es que quieres disfrazarte,
y así, empezaré a rimarte
la estrofa ayer ofrecida.

Y puesto que eres coqueta,
sensible a un buen decidor,
porque lo mandas, inquieta,
me vestiré de poeta
para cantarte mejor.

Anónima enmascarada
que vas, nerviosa, a la cita,
de sutil gasa adornada,
como una media calada
que a la indiscreción incita:

Lleva el disfraz colorado,
que te acompaña al placer,
la sangre que ha derramado
un corazón reventado
en tus manos de mujer.

Marquesita sin blasones,
sabia en la broma galante,
que escuchas en los salones
correr mil murmuraciones
de elogios a la intrigante...

¡Cómo luce tu altanero
orgullo de flor de lis
cuando habla ese caballero
con traje de mosquetero
del tiempo de algún rey Luis...

Coqueta, linda coqueta,
risueñamente locuaz:
escondida y bien sujeta
lleva siempre la careta
debajo del antifaz.

Pues que está oculta la hermosa
la fina mano enguantada,
¡van, en la seda olorosa,
cinco lirios color rosa
corriendo una mascarada!

Como adivino un deseo
de burla, en tu voz, y tienes
la gracia del discreteo,
me disfrazaré de Orfeo
para domar tus desdenes.

¿Qué es esa melancolía
que a conturbar así llega
el alma de tu alegría?...
¡Bien haya la bizarría
del gesto que te doblega!

¡Ensueño de marmitones,
triste y loca fregatriz
que, por breves ilusiones,
abandona sus fogones
en traje de emperatriz;

Por la gloria de la gracia
de tu altivez de heroína,
de tan bella aristocracia,
ha claudicado la acracia
del changador de la esquina.

Modista, pobre tendera,
o esclava del obrador:
vestida de primavera,
ya rendirás al hortera,
tenorio de mostrador.

Flor que aroma el delincuente
búcaro del Cafetín,
loca máscara insolente
que aguarda lista, impaciente,
su gallardo bailarín.

Ebrio de amor y de vino,
sensual donaire guarango
lucirá tu cuerpo fino,
esta noche en el Casino
cuando te entusiasme el tango.

Muchacha conventillera
que, en apuros maternales,
pasaste la noche entera
arreglando esa pollera,
honra y prez de los percales,

ya, despertando las ganas
de otras de la vecindad,
irás con tus dos hermanas,
Terpsicores suburbanas,
a un baile de sociedad...

Mascarita... viejecita,
¡en que deslumbrantes fugas
va tu añoranza bendita!...
¡Viejecita, mascarita
de careta con arrugas!...

...Colombina ¿Qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah! desde que se perdieron,
lo saben quienes te oyeron
quedó inconcluso un rondel...

¡Venga la flauta divina
de tu risa de cristal!...
¡Colombina, Colombina:
allá va una serpentina
continuando el madrigal!

Collection: 
1903

More from Poet

  • Las rosas del balcón eran celosas
    novias bajo el agravio de la fina
    ironía falaz de una vecina
    que se ponía a reír de ciertas cosas.

    Tu perdón desdeñoso fué a las rosas
    y tus labios a mí. La muselina
    de la suave penumbra vespertina
    te envolvió en no...

  • Ya sobre los hastíos de tus meditaciones,
    como en fugas radiantes escucharás canciones
    de músicas heráldicas, de las músicas locas
    que enardecen las ansias y enrojecen las bocas

    en besos fecundantes, cual rocíos de mieles
    que hasta en el yermo hicieron florecer los...

  • Y pasas, y no sola, presintiendo dorados
    orientes, los propicios a los enamorados,
    como una novia enferma que evoca espirituales
    promesas en las largas noches sentimentales;

    o esperas al amado, sonriente, como algunas
    heroínas que aguardan al amor de las lunas...

  • Como las extraordinarias
    pero irreales doncellas
    que vieron en las estrellas
    las hostias imaginarias
    de sus noches visionarias,
    así tus blancas patenas
    quedarán tan sólo llenas
    de tu gesto de mujer,
    porque hoy no podría hacer
    de segador de...

  • Ya la tarde libra el combate postrero,
    en las flechas de oro que lanza el ocaso,
    y se va — como un príncipe, caballero
    en el rojo corcel del Ocaso. —

    Se ahonda el misterio de las lejanías,
    misterio sombreado de tinte mortuorio,
    y el barrio se puebla de las...