Sobre la clara estrella del ocaso, como un alfanje, plateada, brilla la luna en el crepúsculo de rosa y en el fondo del agua ensombrecida. El río lleva un numeroso acento de sombra cristalina bajo el puente de piedra, ¡Lento río que me cantas su nombre, el alma mía quiere arrojar a tu corriente pura la ramita más lenta y más florida, que encienda la primavera en los verdes almendros de tu orilla! Quiero verla caer, seguir, perderse sobre tus ondas limpias. Y he de llorar... Mi corazón contigo flotará en tus rizadas lejanías. ¡Oh tarde como aquella y río lento de sombra cristalina!... Sobre la clara estrella del ocaso la argéntea luna brilla.
Sobre la clara estrella del ocaso
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Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... - La tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el...
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Yo escucho los cantos de viejas cadencias, que los niños cantan cuando en coro juegan, y vierten en coro sus almas que sueñan, cual vierten sus aguas las fuentes de piedra: con monotonías de risas eternas, que no son alegres, con lágrimas viejas, que no son amargas y dicen tristezas, tristezas...
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Y podrás conocerte recordando del pasado soñar los turbios lienzos, en este día triste en que caminas con los ojos abiertos. De toda la memoria, sólo vale el don preclaro de evocar los sueños.
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Y nada importa ya que el vino de oro rebose de tu copa cristalina, o el agrio zumo enturbie el puro vaso... Tú sabes las secretas galerías del alma, los caminos de los sueños, y la tarde tranquila donde van a morir... Allí te aguardan las hadas silenciosas de la vida, y hacia un jardín de eterna...
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¿Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hálitos más puros de la vida, la blanca sombra del amor primero, la voz que fue a tu corazón, la mano que tú querías retener en sueños, y todos los amores que llegaron al alma, al hondo cielo? ¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo...