Sobre el que envidia al bueno
El que tiene envidia al bueno
saca mal del bien ajeno
con que a sí mismo se daña,
como la asquerosa araña
saca de la flor veneno.
(O más libremente:)
El que tiene envidia al bueno
saca para sí mal dél,
como en un jardín ameno
el áspid saca veneno
de donde la abeja miel.
Sobre el que a un tiempo envidia y es envidiado
Aquel que, envidiado, envidia
con doble tormento lidia:
¡feliz aquel solamente
a quien en doble reposo
el cielo vivir consiente
ni envidiado ni envidioso!
Sobre los jueces venales
Los jueces sin conciencia que a escondidas
las dádivas reciben de las partes,
pues son ladrones, por justicia sean
castigados con muerte como tales.
Sobre la embriaguez, la ira y la locura
La ira, la embriaguez y la locura
corren parejas: más las dos primeras
voluntarias son siempre y pasajeras,
y la tercera, involuntaria, dura:
si a todos ves portarse de igual modo,
merézcante, por causa diferente,
tierna piedad el infeliz demente,
y desprecio el airado y el beodo.
Sobre los médicos o herbolarios
El herbolario o médico que sólo
de algunas yerbas la virtud alcanza
y saber no procura la de todas,
ese tal sabe poco, o sabe nada:
porfiar conviene hasta saberlas todas,
como las que aprovechan las que dañan,
para alcanzar el codiciado nombre
y entera ciencia, no imperfecta y vana.
Sobre el que aspira a saber lo superfluo, no sabiendo lo necesario
Digna es de befa y risa la manía
del que contar presumo las estrellas,
no sabiendo contar en su ignorancia
ni los ñudos y tantos de sus cuentas.
Sobre los adúlteros
Si al que la ajena hacienda a hurtar se atreve
justa ley al patíbulo condena,
con más justicia sentenciar se debe
a la postrera irreparable pena
al adúltero vil que roba aleve
la honra, la fama y la quietud ajena:
pues, si riqueza aquél y éste honra y calma,
el uno roba al cuerpo, el otro a el alma.
(1866)