• Araba el tío Mariano
    la húmeda tierra gredosa,
    y entre la bruma lluviosa
    del horizonte lejano,

    con cierta noble ansiedad
    que a la amargura se junta,
    miraba, al volver la yunta,
    las torres de la ciudad.

    Allí los amos estaban
    de aquel pedazo de llano,
    ya convertido en pantano
    por lluvias que no amainaban.

    Y no pensaba el...