¡Al fin te miro, oh del divino Sancio
cuadro sublime, ni al Tabor segundo,
Pasmo, no de Sicilia, mas del mundo;
donde rendido al humanal cansancio,
se ve doblar en tierra la rodilla
al Dios de quien espántase el profundo
y a quien la suya el querubín humilla!
¡Ved al peso doblarse del madero
al que sustenta el universo entero:
asida o dura...