• ¡Cómo hasta el alma me llega
    mirar el llanto tenaz
    con que tu pupila ciega
    silenciosamente riega
    lo marchito de tu faz!
    Para la vista y el llanto,
    mezclando el mal con el bien,
    ojos nos dio el cielo santo:
    mas ¡ay! tus ojos no ven,
    ¡ellos que lloraron tanto!
    Fuentes de mar encendido,
    muertos a luz y color,
    vanos son para...