• «¿No oyes? la aguda cántiga temprana
    del ave conocida en la ventana,
    oh amado, nos avisa
    que torna la mañana
    con importuna desusada prisa.
    »¡Ay! ya de tu partir llegó la hora:
    ¡Cuán presurosa fue de la traidora
    breve noche la fuga!
    La diligente aurora
    Hoy ¡qué temprano en nuestro mal madruga!
    »Mas deja el lecho, y tus disfraces viste...

  • Dos puñales agudos
    templados al fuego,
    yo quisiera clavarte en los ojos,
    azules y grandes rincones de cielo;
    sacar los puñales
    después, los terribles puñales de acero,
    ver en tus cuencas vacías y oscuras
    resbalar dos raudales sangrientos…
    Y ver los abismos
    helados y negros,
    que a través del cristal de esos ojos
    (extintos a...

  • Yo te juré mi amor sobre una tumba,
    sobre su mármol santo!
    ¿Sabes tú las cenizas de qué muerta
    conjuré temerario?
    ¿Sabes tú que los hijos de mi temple
    saludan ese mármol,
    con la faz en el polvo y sollozantes
    en el polvo besando?
    ¿Sabes tú las cenizas de qué muerta
    mintiendo, has profanado?
    ¡No los quieras oír, que tus oídos...

  • En los tiempos maravillosos en que la Teología
    Florecía con la máxima savia y energía,
    Se cuenta que un día un doctor de los más grandes,
    —Luego de haber forzado los corazones indiferentes;
    Y haberlos conmovido en sus profundidades negras;
    Después de haber franqueado hacia las celestes glorias
    Caminos singulares para él mismo ignorados,
    Donde sólo los...