Fanciullo era un admirable bufón, casi un amigo del príncipe. Mas, para las personas consagradas a lo cómico por profesión, lo serio tiene atractivos fatales, y por raro que pueda parecer que las ideas de patria y de libertad se apoderen despóticamente del cerebro de un histrión, un día...
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Como bestias meditabundas sobre la arena tumbadas, Las unas, corazones gustosos de las largas confidencias, |
A la pálida claridad de las lámparas mortecinas, Ella buscaba, con mirada aún turbada por la tempestad, |
Grandes bosques, me espantáis como catedrales; ¡Yo te odio, Océano! tus saltos y tus tumultos, |
Yo quiero, para componer castamente mis églogas, Yo veré el... |
Tu cabeza, tu gesto, tu aire Al pasajero disgusto que rozas Los... |
Cuando, los dos ojos cerrados, en una cálida tarde otoñal, Una isla perezosa en que la naturaleza da |
¡Eres un hermoso cielo de otoño, claro y rosado! —Tu mano se desliza en vano sobre mi pecho que se pasma; |
¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria, —Emplearemos nuestro orgullo entonando sus loas, |
Cuando tú duermas, mi bella tenebrosa, Cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedosa |