• Señora: llego a Ti
    Desde las tenebrosas anarquías
    Del pensamiento y la conducta, para
    Aspirar los naranjos
    De elección, que florecen
    En tu atrio, con una
    Nieve nupcial... Y entro
    A tu Santuario, como un herido
    A las hondas quietudes hospicianas
    En que sólo se escucha
    El toque saludable de una esquila.

    Vestida de luto eres,...

  • Me enluto por ti, Mireya,
    y te rezo esta epopeya.

    Mas entrañables provincianas mías:
    no sospeché alabar vuestro suicidio
    en las facinerosas tropelías.

    Antes de sucumbir al bandolero
    se amortizaron las sonoras alas
    que aleteaban en el fiel alero.

    Cúspide del teatro pueblerino:
    en un martirologio de palomas
    tú las viste volar a su...

  • ¡Oh vírgenes rebeldes y sumisas:
    convertidme en el fiel reclinatorio
    de vuestros oídos y vuestras sonrisas
    y en la fragua sangrienta del holgorio
    en que quieren quemarse vuestras prisas!...

    ¡Oh botones baldíos en el huerto
    de una resignación llena de abrojos:
    lloráis un bien que, sin nacer, ha muerto,
    y a vuestra pura lápida concierto
    los...

  • A J. DE J. Núñez y Domínguez

    A mi paso y al azar te desprendiste
    Como el fruto más profano
    Que pudiera concederme la benévola
    Actitud de este verano.

    (Blonda Sara, uva en sazón: mi apego franco
    a tu persona, hoy me incita
    a burlarme de mi ayer, por la inaudita
    buena fe con que creí mi sospechosa
    vocación, la de un levita.)

    ...
  • Estos, amada, son sitios vulgares
    en que en el ruido mundanal se asusta
    el alma fidelísima, que gusta
    de evocar tus encantos familiares.

    Añoro dulcemente los lugares
    en donde imperas cual señora justa,
    tu voz real y tu mirada augusta
    que ungieron con su gracia mis pesares.

    Y recuerdo que en época lejana,
    por tus raras virtudes milagrosas...

  • Vos una claridad y yo una sombra

    E. ROSTAND

    Dama de las eternas palideces,
    con tu mirar tranquilo me pareces,
    irradiando destellos de pureza
    el hada del país de la tristeza.

    Eres la imagen del dolor que implora,
    y por eso mi pecho que te adora,
    al mirar tu expresión...

  • A fuerza de quererte
    Me he convertido, Amor, en alma en pena.

    ¿Por qué, Fuensanta mía,
    si mi pasión de ayer está ya muerta
    y en tu rostro se anuncia los estragos
    de la vejez temida que se acerca,
    tu boca es una invitación al beso
    como lo fue en lejanas primaveras?

    Es que mi desencanto nada puede
    Contra mi condición de ánima en...

  • Piernas
    eternas
    que decís
    de Luisa La Vallière
    y de Thaís...

    Piernas de rana,
    de ondina
    y de aldeana;
    en su vocabulario
    se fascina
    la caravana.

    Piernas
    en las cuales
    danza la Teología
    funerales
    y Epifanía.

    Piernas:
    alborozo y lutos
    y parodias de los Atributos.

    Piernas;
    en...

  • Primer amor, tú vences la distancia,
    Fuensanta, tu recuerdo me es propicio.
    Me deleita de lejos la fragancia
    que de noche se exhala de tus tiestos,
    y en pago de tan grande beneficio
    te canonizo en estos
    endecasílabos sentimentales.

    A tu virtud mi devoción es tanta
    que te miro en el altar, como la santa
    Patrona que veneran tus zagales,...

  • ¡Oh qué gratas las horas de los tiempos lejanos
    en que quiso la infancia regalarnos un cuento!
    Dormida por centurias en un bosque opulento,
    despertaste a la blanda caricia de mis manos.

    Y después, sin que fueran los barbudos enanos
    o las almas en pena a turbar el contento
    del señorial palacio, en dulce arrobamiento
    unimos nuestras vidas como buenos...