• ¿Cómo queda, no ves, querida esposa,
    la blanca helena que, a tu lado crece,
    cuando el riego le falta que le ofrece
    tu mano, cada vez más cariñosa?

    Inclínase marchita y congojosa
    al blando soplo que sus hojas mece,
    sus pétalos desgreña, y desparece
    del verde tallo que adornó graciosa.

    De pena igual tu ausencia lastimera
    me llena el corazón...