• (En el cumpleaños de mi padre)

    Verba mea auribus percipe, Domine, intellige clamorem meum.

    Salmo 5

    Señor, por todas partes mi espíritu te encuentra,
    armado de justicia, vestido de poder;
    y cuando más se extiende mi vista, se concentra
    en mi alma el sentimiento de tu indecible ser.

    Te miro en el espacio azul del firmamento...

  • Oh amistad, santa, divina,
    hija del cielo en la tierra,
    todo bien en ti se encierra,
    todo al bien por ti camina.

    Eres tesoro inefable
    del corazón y del alma;
    por ti el hombre en dulce calma
    goza un placer perdurable.

    Eres imán de la vida
    en este mundo enojoso
    eres bálsamo copioso
    para un alma dolorida.

    Por ti en...


  • «Salve, salve, deidad peregrina,
    por los déspotas siempre ultrajada;
    otra vez por un Dios rescatada
    más hermosa te vemos brillar».

    Eres siempre aquel astro que brilla
    de los pueblos mostrando el destino;
    eres sol que fecunda el camino
    de ventura, de gloria y de paz;
    eres soplo de Dios con que al hombre
    del cobarde...

  • Infeliz y entregado al torbellino
    de tristes pensamientos viome el cielo,
    sin patria, sin amigos, sin consuelo
    y postrado al rigor de mi destino.

    Vagando, como suele, de contino,
    quien la copa bebió de la amargura,
    mi vista se extendió por la llanura,
    que no tiene ni huella ni camino.

    ¡Era el mar! y su aspecto majestuoso
    largo tiempo...

  • Sólo la madre amorosa,
    de sus hijos cuidadosa,
    yace en vela;
    y a su afecto reverente
    es, de la vida inocente,
    centinela.

    ¿Qué del hombre sucediera,
    si a su lado no tuviera
    en la infancia,

    de una madre el dulce anhelo,
    sus caricias, su consuelo,
    su constancia?

  • Mi rostro juvenil sombreando apenas,
    el bozo aparecía,
    ¡ay! entonces sentía
    ¡sí! cuando sonreía
    correr mis horas de contento llenas.

    Jamás la pena ni el dolor mi pecho
    habían lacerado;
    tranquilo, sosegado
    de mí mismo vivía satisfecho.

    Con risa placentera la inocencia,
    cual diosa de mi aurora
    velaba protectora
    con su...

  • ¿Cómo queda, no ves, querida esposa,
    la blanca helena que, a tu lado crece,
    cuando el riego le falta que le ofrece
    tu mano, cada vez más cariñosa?

    Inclínase marchita y congojosa
    al blando soplo que sus hojas mece,
    sus pétalos desgreña, y desparece
    del verde tallo que adornó graciosa.

    De pena igual tu ausencia lastimera
    me llena el corazón...