• En vano, altiva Londres, a porfía
    te enriqueces, te ensanchas y te pueblas,
    si en una nueva atmósfera sombría
    te envuelve el humo y tus eternas nieblas;
    si no difiere lo que llamas día
    de las nocturnas lóbregas tinieblas,
    o, como triste pasajera tarde,
    entre dos noches dilatadas arde.
    ¿Qué vale tu grandeza y poderío
    y la corona azul del...

  • ¡Oh de tanta maldad ejecutores!
    Decid, ¿cómo pudisteis, con qué pecho,
    exceder, los escándalos mayores
    con la horrible perfidia de tal hecho?
    Como a extranjeros no, más como a hermanos
    os recibieron las orillas nuestras,
    y a las aleves españolas manos
    francas se unieron las peruanas diestras.
    Todos nuestros domésticos hogares
    os dieron...

  • Mirad, peruanos, vuestra hermosa tierra
    que, bajo un cielo, plácido y ajeno
    de procelosos vientos a la guerra,
    ostenta leda el venturoso seno
    que los deleites de la vida encierra
    de todos bienes y abundancia lleno;
    y al cielo bendecid que por morada
    os dio la tierra por el Sol amada.
    ¿Qué suelo el Sol contempla más fecundo
    y más rico en sus...

  • «Con temeroso son la fiera trompa»
    los espacios asorda nuevamente:
    ¿A dónde corre esa confusa gente?
    ¿A quién amaga esa guerrera pompa?
    ¿Quizá con triple fulminante flota
    España torna, de vengar sedienta
    en vuestra ruina la insufrible afrenta
    de su reciente rota?
    Mas ¡ay! vana la vuelta vengadora
    fuera ya de esa gente embravecida,
    ...

  • ¡Cuánto de lo que fuiste eres diverso!
    Ya del celeste Emperador privado,
    a las dulzuras de tu ardiente verso
    el sumo oído suspender fue dado:
    hoy te oprime el destino mas adverso
    y el más abyecto miserable estado:
    que, en la balanza del Señor medida,
    iguala a tu grandeza tu caída.
    Tú fuiste la más bella criatura
    que animó la largueza...

  • ¡Cuánta envidia mereces,
    justo hermano de Marta y de María,
    que viviste dos veces:
    una naciendo del primer abrigo
    que en el seno materno hospeda al hombre,
    y otra del seno de la tumba fría!
    Tú que, con tierno nombre,
    ser mereciste apellidado amigo
    de Jesús por el labio sacrosanto,
    y costar mereciste
    a sus divinos ojos
    celestes...

  • No, porque la noche fría
    tu africana faz vistiera
    con el color que la blanca
    altiva estirpe desprecia,
    fue menor nunca el afecto
    con que te amé, Magdalena,
    (que cual la tez no escondías
    el alma por dentro negra,)
    ni es menor mi pena ahora,
    o el llanto es menos que riega
    mi mejilla, y que me arranca
    de tu fin la triste nueva:...

  • En vano, gran Martín, la Noche fría
    vistió tu rostro con su sombra oscura;
    mas que la nieve era tu alma pura,
    y más clara que sol de mediodía.
    Y hoy en la gloria perennal te alegras,
    mientras gimen sin tregua en el profundo
    mil y mil que tuvieron en el mundo
    los rostros blancos y las almas negras.
    Si, como vil, el orgulloso suelo
    y como...

  • En hondo sueño reposa
    la vasta mortal familia:
    yo sólo gimo en vigilia
    sempiterna y dolorosa.
    Y escucho desde mi lecho
    el ronco son con que el mar
    no cesa de acompañar
    los suspiros de mi pecho.
    Somos, oh mar, parecidos:
    tú de sonar nunca dejas,
    ni yo de exhalar mis quejas
    y mis profundos gemidos.

  • Alma que en cadenas graves
    vives triste o infeliz,
    y ya en tu prisión no cabes,
    como el ave, de las aves
    coronada emperatriz,
    que, aprisionada, no deja
    su altivo instinto rëal,
    y aletëando forceja
    por romper la dura reja
    de su cárcel de metal:
    de tu triste hermano, a quien
    casi moribundo han puesto
    tu inquietud y tu desdén...