• De mi suerte las iras
    seguir me niegan el vivir quieto
    que tus hermosas liras
    me pintan, y secreto
    es de mis ansias perennal objeto.
    ¡Cuánta ventura goza
    el morador de solitaria aldea!
    En su pajiza choza
    nada extraña o desea,
    ni hay verdadero bien que no posea.
    Con el alba serena,
    de las aves al cántico, madruga
    a la usada...

  • Ya cerraste los ojos que fueron
    tus estrellas, oh mísero esposo:
    ya escuchaste del labio amoroso
    ¡el postrero tiernísimo adiós!
    Y padeces, de aquélla privado
    que te fue tan leal compañera,
    los dolores que el alma sintiera,
    si partirla pudieran en dos.
    ¡Ay! ¡cuán mudas las solas estancias!
    ¡Ay! ¡cuán vasta la casa desierta!
    ¡De la...