• Te engañas, mi Dorila,
    si juzgas que rendido
    de amar sin esperanza
    se verá el pecho mío;
    que no, no es tan tirano,
    cual dicen, el Dios niño,
    y sabe aun con las ansias
    dar premios exquisitos.
    Son necios los amantes
    que llaman su dominio
    cruel, y que maldicen
    sus cadenas y grillos.
    Dorila, yo te adoro;
    y el ardor en...

  • ¡Cómo se van las horas,
    y tras ellas los días,
    y los floridos años
    de nuestra frágil vida!

    La vejez luego viene,
    del amor enemiga,
    y entre fúnebres sombras
    la muerte se avecina,

    que, escuálida y temblando,
    fea, informe, amarilla,
    nos aterra, y apaga
    nuestros fuegos y dichas.

    El cuerpo se entorpece,
    los...

  • La rosa de Citeres,
    primicia del verano,
    delicia de los dioses
    y adorno de los campos,

    objeto del deseo
    de las bellas, del llanto
    del Alba feliz hija,
    del dulce Amor cuidado,

    ¡oh, cuán atrás se queda
    si necio la comparo
    en púrpura y fragancia,
    Dorila, con tus labios!,

    ora el virginal seno
    al soplo...