• ¡Ay! que han llegado a tan horrible punto
    mi desesperación y negro hastío,
    que parece que encierra todo junto
    del infierno el horror el pecho mío:
    envidio el sueño eterno el difunto,
    sin que se sienta el corazón con brio
    para vibrar la cortadora espada
    que en el seno me abisme de la nada.
    Noches insomnes paso, hora tras hora,
    cual la noche...