• CUENTO

    Ayer hallé a un cesante
    de rostro macilento,
    que frente a un panecillo
    tan duro como un hierro,
    –pues que quizás tuviera
    dos meses por lo menos,–
    contábale afligido
    dolores y tormentos,
    vertiendo cada lágrima
    que era un dolor el verlo...