• Por débil y pequeña,
    oh flor de paraíso,
    cabías en el vértice
    del corazón en fiesta que te quiso.

    Salíamos al campo
    y tu cuerpo minúsculo
    se destacaba airoso
    en la grana y el oro del crepúsculo.

    ¡Oh noches enlunadas
    oh provinciana orquesta,
    oh tu alma piadosa!
    ¡Oh mi incansable corazón en fiesta!

    Y una noche moriste...

  • A mi madre y a mis hermanas
    Cuando me sobrevenga
    el cansancio del fin,
    me iré, como la grulla
    del refrán, a mi pueblo,
    a arrodillarme entre
    las rosas de la Plaza,
    los aros de los niños
    y los flecos de seda de los tápalos.

    A arrodillarme en medio
    de una banqueta herbosa,
    cuando sacramentando
    al reloj de la torre,
    de...

  • La vida mágica se vive entera
    en la mano viril que gesticula
    al evocar el seno o la cadera,
    como la mano de la Trinidad
    teológicamente se atribula
    si el Mundo parvo, que en tres dedos toma,
    se le escapa cual un globo de goma.

    Idolatremos todo padecer,
    gozando en la mirífica mujer.
    Idolatría
    de la expansiva y rutila garganta...

  • Eramos aturdidos mozalbetes:
    blanco listón al codo, ayes agónicos,
    rimas atolondradas y juguetes.

    Sin la virtud frenética de Orfeo,
    fiados en la campánula y el cirio,
    fuimos a embelesar las alimañas
    cual neófitos que buscan el martirio.

    En la misma espesura se extraviaba
    la primeriza luz de nuestra frente,
    ya ante la misma fiera, reacia y...

  • Jerezanas, paisanas,
    institutrices de mi corazón,
    buenas mujeres y buenas cristianas...

    Os retrató la señora que dijo:
    "Cuando busque mi hijo
    a su media naranja,
    lo mandaré vendado hasta Jerez."
    Porque jugando a la gallina ciega
    con vosotras, el jugador
    atrapa una alma linda y una púdica tez.

    Jerezanas,
    os debo mis virtudes...

  • Vive conmigo no sé qué mujer
    invisible y perfecta, que me encumbra
    en cada anochecer y amanecer.

    Sobre caricaturas y parodias,
    enlazado mi cuerpo con el suyo,
    suben al cielo como dos custodias...

    Dogma recíproco del corazón:
    y ser por virtud ajena y virtud propia,
    a un tiempo la Ascención y la Asunción!

    Su corazón de niebla y teología,...

  • He de encomiar en verso sincerista
    la capital bizarra
    de mi Estado, que es un
    cielo cruel y una tierra colorada.

    Una frialdad unánime
    en el ambiente, y unas recatadas
    señoritas con rostro de manzanas
    ilustraciones prófugas
    de las cajas de pasas.

    Católicos de Pedro el Ermitaño
    y jacobinos de época terciaria.
    (Y se odian los...

  • En la muerte de José Enrique Rodó.
    En la quieta impostura virginal de la noche
    que cobija el amor con su tenue derroche
    de luceros, padrinos del erótico abrazo,
    el mundo de Rubén Darío se contrista
    por el cordial filósofo que sembró en el regazo
    de América esperanzas, por el espectro artista
    que hoy arroba al Zodíaco con su arenga optimista.

    Yo...

  • Ya brotas de la escena cual guarismo
    tornasol, y desfloras el mutismo
    con los toques undívagos de tu planta certera
    que fiera se amanera al marcar hechicera
    las multánimes giros de una sola quimera.

    Ya tus ojos entraron al combate
    como dos uvas de un goloso uvate;
    bajo tus castañuelas se rinden los destinos
    y se cuelgan de ti los sueños...

  • Hambre y sed padezco: Siempre me he negado
    a satisfacerlas en los turbadores
    gozos de ciudades -flores de pecado.
    Esta hambre de amores y esta sed de ensueño
    que se satisfagan en el ignorado
    grupo de muchachas de un lugar pequeño.

    Vasos de devoción, arcas piadosas
    en que el amor jamas se contamina;
    jarras cuyas paredes olorosas
    dan al...