¿Y será acaso que la patria nuestra
se humille al ceño de la España altiva,
y amedrentada, sin rubor suscriba
su eterna infamia con su propia diestra?
¿Y que, cuando ella recibió el agravio
del universo atónito a los ojos,
ante España poniéndose de hinojos,
perdón le pida con humilde labio?
¡Oh del Perú Congreso soberano!
Para tu triste...