• ¡Oh de tanta maldad ejecutores!
    Decid, ¿cómo pudisteis, con qué pecho,
    exceder, los escándalos mayores
    con la horrible perfidia de tal hecho?
    Como a extranjeros no, más como a hermanos
    os recibieron las orillas nuestras,
    y a las aleves españolas manos
    francas se unieron las peruanas diestras.
    Todos nuestros domésticos hogares
    os dieron...

  • ¿Y será acaso que la patria nuestra
    se humille al ceño de la España altiva,
    y amedrentada, sin rubor suscriba
    su eterna infamia con su propia diestra?
    ¿Y que, cuando ella recibió el agravio
    del universo atónito a los ojos,
    ante España poniéndose de hinojos,
    perdón le pida con humilde labio?
    ¡Oh del Perú Congreso soberano!
    Para tu triste...