• Un año, un año ¡oh dulce madre mía!
    que lejos estoy ya de tu presencia,
    desde aquí bendiciendo tu existencia,
    tus caricias, tus besos y tu amor;
    y ante el cielo pidiéndole de hinojos,
    que la apacible luz de tu mirada
    siempre irradie en mi frente deshojada
    su puro y cariñoso resplandor.

    Si el aliento febril de mis pasiones
    quemó la flor...