• Estaba un ratoncillo aprisionado
    en las garras de un león; el desdichado
    en la tal ratonera no fue preso
    por ladrón de tocino ni de queso,
    sino porque con otros molestaba
    al león, que en su retiro descansaba.

    Pide perdón, llorando su insolencia;
    al oír implorar la real clemencia,
    responde el Rey en majestuoso tono
    (no dijera más Tito): «...