• Hay unos ojos divinos
    fuente de dicha y dolores,
    el cielo les dio colores
    y el Señor su bendición.

    Dioles la luna su encanto,
    la palabra su armonía,
    el amor su simpatía,
    su elocuencia el corazón.

    Aunque tiranos me miren
    si los vela ingrato el sueño,
    suspiro porque risueño
    llegue el dulce despertar.

    Si miran airados...

  • ¿Hacia dónde tu vuelo
    diriges, ave triste?
    ¿Quizá, ay de ti, perdiste
    la prenda de tu amor?
    ¿O acaso el árbol bello
    donde guardaste el nido,
    el hacha ha destruido
    o el fuego abrasador?

    Tu canto que allá un día
    sonaba placentero,
    su acento hoy lastimero
    al bosque llevará;
    que solo es el recuerdo
    de dicha ya perdida...

  • Tus ojos me miraron
    y en bello oriente,
    un astro me mostraron
    resplandeciente.
    Pagó tu labio bello
    mi amor sumiso,
    y el astro fue destello
    del paraíso.
    Más en vano encendiste
    mi grato anhelo,
    y a la tierra trajiste
    la luz del cielo,
    si en breve has apagado
    mi sol querido
    y en sombras me ha dejado
    tu yerto...

  • ¡Oh! ¡cuán triste se queja el alma mía!
    Si la mañana hermosa
    con su rosado velo,
    con plácida armonía
    me saluda al subir al alto cielo,
    por mi amante deliro
    y saluda a la aurora mi suspiro.

    Si la tarde apacible
    con su franjado cielo bonancible
    risueña me corona,
    y si arrulla mi frente
    con deleitoso y perfumado ambiente,
    ...

  • Ante la puerta dorada
    de Doña Inés, gran señora
    que pasa risueña vida
    entre primores y joyas,
    un andrajoso mendigo
    con faz de hambriento llorosa,
    llamó pidiendo por Dios
    una mísera limosna.
    Asomose a los balcones
    que sus paredes decoran
    la doña Inés y al cuitado
    iba a ahuyentar desdeñosa,
    cuando vio que ojos testigos...