El mediodía en la barriada pobre
prendía lentejuelas al andrajo
y, a toda luz, era color de cobre
el Madrid de la greña y del zancajo.
De cúpulas de iglesia realzada
la ciudad en sus perfiles recortados
parecía una hembra calcinada
que enseñase los senos abrasados.
¡Incandescencia de fulgores duros!
El astro en sus lumínicas...