• Cuando el sol, al ocaso ya vecino,
    alumbra el mundo con fulgor incierto,
    mis pasos solitarios encamino
    al vasto muro del hercúleo puerto;
    que, triste e ignorado peregrino,
    en Cádiz vivo como en un desierto,
    y de la ausencia la aflicción no engaña
    ciudad tan bella de la bella España,
    Y el codo en la muralla y en la palma
    la faz, mirando el...