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Estatua alegórica según el gusto del Renacimiento Contemplemos este tesoro de gracias florentinas; |
¡La música frecuentemente me coge como un mar! El pecho saliente y los pulmones hinchados |
Yo soy la pipa de un autor; Cuando está colmado de dolor, Yo envuelvo... |
¡Cuan hermoso es el sol cuando fresco se levanta, ¡Yo lo recuerdo!... Lo vi todo, flor, fuente, surco; |
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¡Cómo me agrada ver, querida indolente, Sobre tu cabellera profunda, Cual un navío que se despierta... |
Cuando llegaba yo al extremo del arrabal, a los destellos del gas sentí que un brazo se escurría suavemente por debajo del mío, y oí una voz que al oído me decía: -Es usted médico, ¿verdad? Miré; era una chica alta, robusta, de ojos muy abiertos, con ligero afeite; sus cabellos... |
Un gacetillero filántropo me dice que la soledad es mala para el hombre; y en apoyo de su tesis cita, como todos los incrédulos, palabras de los padres de la Iglesia. Sé que el Demonio frecuenta gustoso los lugares áridos, y que el espíritu del asesinato y de la lubricidad se inflama... |
Mi amada locuela me invitaba a comer, y por la ventana abierta del comedor iba yo contemplando las movedizas arquitecturas que Dios hace con los vapores, las construcciones maravillosas de lo impalpable. Y me decía, a través de mi contemplación: «Todas esas fantasmagorías son casi tan bellas... |
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Yo he vivido largo tiempo bajo amplios pórticos Las olas, arrollando las imágenes de los cielos, |
Mi cuna se adosaba a la biblioteca, |
