Hay un país soberbio, un país de Jauja -dicen-, que sueño visitar con una antigua amiga. País singular, anegado en las brumas de nuestro Norte, y al que se pudiera llamar el Oriente de Occidente, la China de Europa: tanta carrera ha tomado en él la cálida y caprichosa fantasía; tanto la ilustró...
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Mi niña, mi hermana, |
La mujer, entretanto, de su boca de fresa, |
Conforme nos alejábamos del estanco, mi amigo iba haciendo una cuidadosa separación de sus monedas; en el bolsillo izquierdo del chaleco deslizó unas moneditas de oro; en el derecho, plata menuda; en el bolsillo izquierdo del pantalón, un puñado de cobre, y, por último, en el derecho, una moneda... |
Tendremos lechos llenos de olores tenues, Aprovechando a porfía sus calores postreros, |
¿Cuántas veces tendré que sacudir mis cascabeles ¡Consumiremos nuestra alma en sutiles complots, |
Es la Muerte que consuela, ¡ah! y que hace vivir; A través de la borrasca, y la nieve y la escarcha, |
«En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas. Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún... |
Mi pobre Musa, ¡ah! ¿Qué tienes, pues, esta mañana? El súcubo verdoso y el rosado duende, |
Oh, musa de mi corazón, amante de los palacios, ¿Reanimarás, pues, tus hombros marmóreos |