¡Oh entusiasmo sagrado!
Padre ardiente de mártires y fuertes,
que a los guerreros invencibles haces:
de provocar y padecer mil muertes
los pechos que te sienten son capaces;
del número te ríes,
y en héroe al pusilánime conviertes.
¡Eres licor divino...
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Desde el día que vio la audacia ibera, |
No os asombréis tanto, no, |