Está lloviendo paz. ¡ Qué temas viejos
reviven en las noches de verano!...
Se queja una guitarra, allá, a lo lejos,
y mi vecina hace reir el piano.
Escucho, fumo y bebo, mientra el fino
teclado da otra vez su sinfonía:
El cigarro, la música y el vino,
familiar, generosa trilogía...
...¡Tengo unas ganas de vivir la riente
vida de placidez que me rodea!
Y por eso quizás, inútilmente,
en el cerebro un cisne me aletea...
¡Qué bien se está, cuando el ensueño en una
tranquila plenitud se ve tan vago!...
¡Oh, quien pudiera diluir la Luna
y beberla en la copa, trago a trago!
Todo viene apacible del olvido
en una caridad de cosas bellas,
así como si Dios, arrepentido,
se hubiese puesto a regalar estrellas.
¡Qué agradable quietud! ¡Y qué sereno
el ambiente, al que empiezo a acostumbrarme,
sin un solo recuerdo, malo o bueno,
que, importuno, se acerque a conturbarme.
Y me siento feliz, porque hoy tampoco
ha soñado imposibles mi cabeza:
En el fondo del vaso, poco a poco
se ha dormido, borracha, la tristeza...